A punto de caer a la lona, Griñán ya ha oído la cuenta atrás. Le quedan dos días para el mayor fracaso electoral de la historia del socialismo andaluz o para retener, antes de que suene la campana del ring, el Gobierno de la Junta de Andalucía que heredó el 23 de abril de 2009 tras 19 años en el Ejecutivo de su (ahora ex) amigo Manuel Chaves.
José Antonio Griñán aterrizó en la Presidencia de la Junta sin quererlo, sin proponérselo y en el epílogo de su carrera política. Cuando le empezó a engatusar el poder se dio cuenta que el Gobierno se le quedaba corto. Aspiraba también al poder orgánico. Ahí empezó su error. Se enfrentó con Chaves. Griñán no quería ser una marioneta del vicepresidente tercero del Gobierno. Se rebeló y decidió afrontar su propio camino. Desconfió de Chaves y los suyos (sobre todo Luis Pizarro y Martín Soler). Ganó, confío en los Griñanis y, desde el congreso de marzo de 2010, dejó que el partido lo gobernaran primero Rafael Velasco y luego Susana Díaz.
¿En qué ha fallado el PSOE y en concreto Griñán? El Confidencial consulta con un dirigente histórico del socialismo andaluz cuáles han sido los principales errores. “En primer lugar, la ruralización. Ya desde 1995, cuando el PP ganó todas las capitales andaluzas, el PSOE ha ido perdiendo voto urbano. Un segundo problema es que el PSOE, como tal partido, se ha ido quedado cada vez más chico frente al poder de los que mandaban en la Junta. También la larga permanencia de Manolo [Chaves]. Estos tres factores se han juntado todos a la vez con la llegada de Griñán y por eso estamos como estamos”.
Durante la campaña electoral de las elecciones más cruciales en tres décadas, el candidato socialista ha repetido continuos conceptos, en una especie de bucle sin solución de discontinuidad. Se ha visto solo, sin la compañía de Manuel Chaves, Alfredo Pérez Rubalcaba y sólo en el último momento Felipe González ha decidido arropar su discurso de último mohicano del socialismo o como le gusta verse a Griñán: en plan Astérix contra todos: “En Andalucía estamos a tiempo. Vota para pararlos”. Ni siquiera la desaparecida Carme Chacón ha respaldado al presidente de la Junta de Andalucía, a pesar de la intensa campaña de Griñán y sus huestes con las fuerzas chaconistas en las primarias con Rubalcaba.
El escándalo de corrupción de los ERE falsos ha dinamitado toda la estrategia del PSOE andaluz a pesar de los intentos de Griñán por explicar una y otra vez que fue la Junta quien denunció el caso en los juzgados. La entrada en prisión de Francisco Javier Guerrero y de Juan Francisco Trujillo, su exconductor, más conocido como el chófer de la cocaína, ha perjudicado la imagen de los socialistas. El PSOE está convencido de que la juez Mercedes Alaya ha ayudado al PP con la declaración de ambos en plena campaña electoral.
Descolgado en el hipódromo de las encuestas, Griñán sabía que era absolutamente necesario un debate con Javier Arenas para intentar recortar distancia. Arenas se descolgó de Canal Sur y Griñán echó de menos al candidato popular, que ofreció otros debates en radios y televisiones, pero el presidente de la Junta ya no quiso. Perdió Griñán. También los ciudadanos andaluces.
Con un candidato que huele a derrota, el partido pretende gobernar una nueva legislatura. En el caso de que Astérix-Griñán consiga paralizar el avance de las tropas de Rajoy y Arenas serían 34 años de Gobierno del PSOE en Andalucía, un poder omnímodo también llamado Régimen.
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