Francisco I en el Vaticano. Y un Sumo Pontífice laico llamado Isco en La Rosaleda. En la noche de la sucesión en la silla de Pedro también marcó un futbolista con aroma pontifical: Santa Cruz.
El Málaga ya es uno de los ocho mejores equipos de Europa. Sí, este es
el mismo equipo que jugó en Tercera, Segunda B y llegó a desaparecer
(Club Deportivo Málaga).
No era el equipo favorito ni en esta fase, ni en ninguna otra. Incluso se barajó que el aterrizaje en la Champions vía fase previa pudiera presagiar un leve paseo por la máxima competición continental. Pero no. Esta noche el Málaga ha demostrado que aún le queda recorrido, que pese a los graves problemas económicos y el desmantelamiento con retardo de su plantilla dorada se merece estar en cuartos de final.
Los primeros compases del partido parecían ofrecer idéntico patrón de juego que el del partido de ida. No había ninguna duda: el balón era patrimonio del Oporto y el Málaga ofrecía pases imprecisos, inconexos. Los nervios eran evidentes y los portugueses desplegaban un ataque serio, vertical y plagado de minas para los intereses blanquiazules.
El rostro de Pellegrini tampoco mostraba buenas noticias. De pie, con las manos en los bolsillos, el entrenador del Málaga exigía adelantar la línea de presión de sus jugadores, incapaces de exhibir el elevado nivel que deslumbró en las primeras eliminatorias de la Champions.
El Oporto continuaba con la presión pero a partir del minuto 20 de la primera parte el Málaga, se desperezó con algunas internadas de Joaquín y sobre todo con un gran golpe fuera del área tras un saque de esquina que propició un rotundo paradón del portero portugués. En el minuto 38 Saviola marcó tras un rechazo del portero y con Baptista por el suelo. Al brasileño le habían hecho penalti y el árbitro no lo pitó. Apenas dos minutos llegó un gran gol de Isco, el tocayo del nuevo Papa argentino.
Segundo asalto. Cuando el Oporto se quedó con diez jugadores, el escenario ya era diferente. Apareció la confianza, ese valor intangible y tan decisivo. El Málaga ya no tenía prisa. Elaboraba las jugadas con mimo, como si el partido durara un tiempo ilimitado. Eso sí, esa parsimonia también tenía otra lectura: al equipo le faltaba frescura en ataque, las ideas se agotaban. La ventaja era que el Oporto ya había jubilado la pólvora del la primera parte.
El éxtasis llegó con el gol de Roque Santa Cruz a la salida de un córner, nada más saltar al campo. Fue en el minuto 77. El resto del partido pudo marcar el Oporto. También el Málaga. Isco regateaba en el área, perdía tiempo. El árbitro pitó cuatro minutos más de juego. Nervios y más nervios. Se remontó el partido. No hay nada imposible. Como en el Vaticano, noche histórica en La Rosaleda. Quedan más. Al laico Pontífice aún le queda mucho repertorio. 'Habemus' Isco. 'Habemus' Santa Cruz.
No era el equipo favorito ni en esta fase, ni en ninguna otra. Incluso se barajó que el aterrizaje en la Champions vía fase previa pudiera presagiar un leve paseo por la máxima competición continental. Pero no. Esta noche el Málaga ha demostrado que aún le queda recorrido, que pese a los graves problemas económicos y el desmantelamiento con retardo de su plantilla dorada se merece estar en cuartos de final.
Los primeros compases del partido parecían ofrecer idéntico patrón de juego que el del partido de ida. No había ninguna duda: el balón era patrimonio del Oporto y el Málaga ofrecía pases imprecisos, inconexos. Los nervios eran evidentes y los portugueses desplegaban un ataque serio, vertical y plagado de minas para los intereses blanquiazules.
El rostro de Pellegrini tampoco mostraba buenas noticias. De pie, con las manos en los bolsillos, el entrenador del Málaga exigía adelantar la línea de presión de sus jugadores, incapaces de exhibir el elevado nivel que deslumbró en las primeras eliminatorias de la Champions.
El Oporto continuaba con la presión pero a partir del minuto 20 de la primera parte el Málaga, se desperezó con algunas internadas de Joaquín y sobre todo con un gran golpe fuera del área tras un saque de esquina que propició un rotundo paradón del portero portugués. En el minuto 38 Saviola marcó tras un rechazo del portero y con Baptista por el suelo. Al brasileño le habían hecho penalti y el árbitro no lo pitó. Apenas dos minutos llegó un gran gol de Isco, el tocayo del nuevo Papa argentino.
Segundo asalto. Cuando el Oporto se quedó con diez jugadores, el escenario ya era diferente. Apareció la confianza, ese valor intangible y tan decisivo. El Málaga ya no tenía prisa. Elaboraba las jugadas con mimo, como si el partido durara un tiempo ilimitado. Eso sí, esa parsimonia también tenía otra lectura: al equipo le faltaba frescura en ataque, las ideas se agotaban. La ventaja era que el Oporto ya había jubilado la pólvora del la primera parte.
El éxtasis llegó con el gol de Roque Santa Cruz a la salida de un córner, nada más saltar al campo. Fue en el minuto 77. El resto del partido pudo marcar el Oporto. También el Málaga. Isco regateaba en el área, perdía tiempo. El árbitro pitó cuatro minutos más de juego. Nervios y más nervios. Se remontó el partido. No hay nada imposible. Como en el Vaticano, noche histórica en La Rosaleda. Quedan más. Al laico Pontífice aún le queda mucho repertorio. 'Habemus' Isco. 'Habemus' Santa Cruz.
Ficha técnica
Málaga:
Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Antunes; Joaquín (Camacho, m.
87), Toulalan, Iturra, Isco; Baptista (Santa Cruz, m. 73) y Saviola
(Piazon, m. 78).
Oporto: Helton;
Danilo, Otamendi, Mangala, Alex Sandro (Atsu, m. 69); Fernando, Lucho
González, Defour, Varela (Maicon, m. 57); Moutinho (James Rodríguez, m.
46) y Jakson Martínez.
Goles: 1-0, M. 43: Isco. 2-0, M. 77: Santa Cruz.
Árbitro: Nicola
Rizzoli (Italia). Mostró tarjeta amarilla a los malaguistas Demichelis
(m. 28), Gámez (m. 32) y Toulalan (m. 63), y a los jugadores del Oporto
Otamendi (m.17) y Mangala (m.83). Expulsó a Defour por doble cartulina
amarilla (m. 48).
Incidencias:
Partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones
diputado en el estadio de La Rosaleda ante 30.000 espectadores.
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