A Rafael Contreras
El 16. D16. Diario 16 Málaga. Aquel martes 2 de marzo de
1993 compré el periódico en el kiosco de Toñi, al lado del portal principal de
la Arcadia Feliz. Allí estaba, por primera vez, mi nombre en negrita en Diario
16 Málaga. Era un titular a cuatro columnas: “Jesús de Medinaceli rescata
el viernes las ilusiones de numerosos malagueños”. Lo trabajé como si me fuera a jugar mi futuro
profesional. En realidad lo estaba haciendo. Era un reportaje humano, un tipo
de historias que me ha gustado mucho escribir en estos 20 años ininterrumpidos publicando en cabeceras de diarios nacionales:
Diario 16, El Mundo y El Confidencial.
Así arrancaba el texto: “Isabel reza, de rodillas, como todos los viernes del año, ante el
Cristo de Medinaceli. Hace ya muchos años que esta señora de aspecto
agradable, pelo canoso y avanzada edad es devota de esta imagen. Ella tiene
promesa de venir andando desde su casa, en un modesto piso del sector de la
carretera de Cádiz, hasta la Iglesia de Santiago. El hijo de Isabel es trabajador
de los camiones de la basura y ayer tuvo un accidente. Sabe Isabel que se
debería haber quedado en Carlos Haya, al lado de él, pero su devoción por el
Cristo es grande”.
Para escribir el reportaje leía con detalles historias de Javier Valenzuela en El País y de Carlos Fresneda en El Mundo.
También me fijaba en las columnas y crónicas de Ignacio
Camacho en Diario 16 Andalucía.
Mis temas eran locales y aprendía mucho en el día a día en aquella mítica redacción
de la calle Faro número 4. También sentía que en el periodismo había que estar
muy atentos a las formas, en cómo escribían los mejores periodistas. Apuntaba
adjetivos, verbos, modos de enfocar un tema…
Lo normal cuando uno empieza a escribir en un periódico es
cubrir ruedas de prensa y reelaborar teletipos. Eso también lo hice, pero sobre
todo me dedicaba a los reportajes y a las entrevistas. Siempre me han gustado los retos. Aquel lo era. Ahora tengo la
fortuna de enseñar a mis alumnos de Periodismo de la Universidad de Málaga a
diseccionar las técnicas de la narrativa periodística. Enseñar
en la Facultad me ayuda a esforzarme por intentar ser cada día mejor
periodista. No puedo enseñar una cosa por la mañana y por la tarde no aplicar
en El Confidencial lo que les digo a
los alumnos.
Este 2 de marzo de 2013 cumplo 20 años como periodista.
Aunque ya había estados dos veranos de prácticas en Canal Málaga (la que luego
se denominó Málaga
TV) y había escrito dos artículos sueltos en Diario Málaga-Costa del Sol, me considero periodista desde esta
fecha, cuando empecé a colaborar en un periódico que fue mi escuela. Y a quien más le debo es a Rafael
Contreras, Maestro y Amigo. En mayúsculas, por supuesto.
Rafael me enseñó
el oficio en la sección de Local, donde más se aprende. Y mucho más en el
periodismo aún más Local (sin caer en el localismo) y no menos importante: la información de Cofradías, Semana
Santa, Rocío, Feria y Peñas. A él, ese capitán de la malísimamente llamada “Página
escoba”, le debo esta primera historia que os adjunto. Y a Rafael le brindo
este post. Y a mis padres con los que compartí ayer viernes una visita a la
Iglesia de Santiago el día de Jesús de Medinaceli, el protagonista de la primera
historia de estos primeros 20 años de carrera periodística.
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