La calidad de un swing eléctrico, atractivo y repleto de
entusiasmo contagia el teatro de los sueños de Laura. Insausti, quién sabe,
soñó de niña, posando en las películas de Súper 8 que su padre le filmaba en
los setenta, con triunfar en el Cervantes; 500 personas bailando al compás de
su energía, saltándose el guion. Otra vez. Como se lucieron en el Echegaray de colorines.
Fue un momento perfecto, dos horas de una voz sugerente,
generosa y vitalista; un puzzle que abandonó el fundido en blanco y negro para
mostrar ese intenso tráfico de sonidos de jazz y soul. Hasta country. Sí,
todo puede ir a mejor. Algo más, mucho más, aportan estos músicos de sentimiento
que triunfarían en un local elegante de Manhattan.
-
- Ponme otra de Dry Martina, por favor.
Tarareando aquella canción que solíamos bailar tú y yo
(De su canción Woody)
(De su canción Woody)
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