Un parlamentario andaluz lo adelantaba a este diario poco antes del congreso de 2010: “Cuidado con Susana, cuentan mucho con ella y va para arriba”. En menos de tres años, Susana Díaz ha sufrido una sorprendente mutación política: de ser una gran desconocida fuera de Sevilla y del poder orgánico, a convertirse en presidenta de la Junta. Y, a partir de la última semana de noviembre, jefa del PSOE-A, la federación socialista más importante de España.
Al igual que Manuel Chaves, Griñán no quería dejar ahora el poder orgánico. Pensaba que al menos podría seguir hasta enero como secretario general de los socialistas andaluces, pero Díaz quería ya todo el poder. Embutida en su papel de baronesa, de referente institucional casi en solitario en toda España,la presidenta de la Junta tiene el camino abierto para poder diseñar el partido del “nuevo tiempo”, que tanto insiste desde la campaña de las primarias.
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