Foto: Agustín Rivera
12 grados. Una docena de jubilados (todos hombres) espera en el modesto vestíbulo de la estación de Ronda y observa, sin perderse un detalle, el trajín de los viajeros. “¿Dónde vamos a estar mejor? Hace frío y aquí nos entretenemos”, comenta Miguel García, de 69 años, que se levanta tras dar su opinión al forastero. “¡Miguel, vámonos!”, grita un compañero.
Aún quedan diez minutos para que llegue el tren Altaria, procedente de Madrid, en dirección a Algeciras. María Luisa Martínez, la supervisora de la estación, lleva 30 años trabajando en Renfe. La compañía ha suprimido de momento tres conexiones (una directa entre Madrid y Segovia y dos en Andalucía, las que unen Ronda-algeciras y Córdoba-Bobadilla). Sin embargo, según confirmó Renfe a El Confidencial,la compañía está estudiando con las Comunidades Autónomas la supresión de un número de líneas que sus portavoces prefieren no determinar. Entre las potenciales candidatas a desaparecer se encuentran todas las que no figuran en un Real Decreto del 28 de diciembre, que detalla las que deben permanecer, pues se consideran de servicio público y están garantizadas.
“Hay gente enfadada y es muy triste que quiten servicios. Hay pueblos de la Serranía que no tienen otra opción mejor para viajar”, señala Martínez. Ella es la jefa de una de las rutas andaluzas de ferrocarril afectadas por los recortes de Renfe: el 12 de mayo suprimieron el tren de las 7.30 horas hacia Algeciras y el de las 19 horas dirección Ronda. Ambos son de media distancia (quedan otros seis servicios). Cuestan 10,70 euros, poco más de la mitad que los 19,70 del Altaria.
Quedan cinco minutos para que llegue la máquina a la ciudad que enamoró aHemingway, Rilke y Orson Welles (sus cenizas están en la finca de Antonio Ordóñez). Esta es la ciudad de 40.000 habitantes a la que se le prometió un AVE y que carece de comunicación por autovía (la autopista pertenece al género de la ficción) con el interior de Málaga, la Costa del Sol y las limítrofes provincias de Cádiz y Sevilla.
Un hombre de unos 30 años, que no desvela su nombre, pide un billete para dentro de un par de horas. Lleva tres años en el desempleo. Es uno de los 5.300 parados de la ciudad. Reconoce que Ronda está dejada, que cierran fábricas, empresas y que se tarda demasiado en llegar a cualquier otro sitio. “Soy electricista y hago chapucillas. Menos mal que no estoy casado ni tengo hijos. Si no, ¿de qué voy a vivir? Aquí si no quieres tardar una eternidad en el viaje te tienes que ir a Antequera o Málaga. Deberíamos tener mejores comunicaciones”.
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