La entrada del Instituto Cervantes de Gibraltar. Foto: Agustín Rivera
Es de Castilla y León, y sus padres viven en La Línea. La española se casó hace más de una década con un gibraltareño. Tuvieron tres hijos y los tres entienden español, pero no les apetece mucho hablarlo. El llanito les ha obligado a practicar el idioma de Quevedo en casa. Esta es la historia real y muy común de los gibraltareños menores de 30 años. A mayor edad, se habla más y mejor español; a menor edad, menos y peor. El castellano está en peligro en Gibraltar.
Es de Castilla y León, y sus padres viven en La Línea. La española se casó hace más de una década con un gibraltareño. Tuvieron tres hijos y los tres entienden español, pero no les apetece mucho hablarlo. El llanito les ha obligado a practicar el idioma de Quevedo en casa. Esta es la historia real y muy común de los gibraltareños menores de 30 años. A mayor edad, se habla más y mejor español; a menor edad, menos y peor. El castellano está en peligro en Gibraltar.
En Market Lane, una bocacalle de Main Street (la calle Real), se ubica el Instituto Cervantes de Gibraltar, abierto desde el 4 de abril de 2011. En la segunda planta del coqueto Cloister Building, fechado en 1899, la antigua sede de GB Airways y cedido por una familia a España, 14 profesores enseñan el idioma y la cultura española. En el centro se han matriculado desde su inauguración 2.500 personas.
La quinta crónica desde Gibraltar. En El Confidencial.
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