Marc Rich, tras recibir el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Bar-Illan de Tel Aviv (Reuters).
Hay ricos y Rich. Hay indultados por Rodríguez Zapatero (Alfredo Sáenz) y por Bill Clinton (Marc Rich), fallecido esta semana. Rich, el rey del petróleo. Un millonario que era tan millonario que la revista Forbes tuvo problemas para calcular su fortuna. Con apenas 29 años empezó a gestionar el imperio de materias primas de Philipp Brothers desde su despacho de la Torre de Madrid, cuando el rascacielos de la Plaza de España competía por ser el edificio más alto de Europa. También vivía en el edificio. Trabajaba 16 horas al día y fumaba (sólo) puros.
Rich, de 78 años, era un judío belga-estadounidense-español que llegó con su familia a Nueva York, con apenas ocho años, huyendo de los nazis en plena II Guerra Mundial. Fue novio de Dolores Sergueyeva, la bella Lola, nieta de La Pasionaria. Apasionado de la Marbella más selecta, aquella de los susurros indescifrables, era propietario de una villa valorada en 9,5 millones de dólares, de estilo morisco y diseñada por un discípulo de Frank Lloyd Wright. La casa se ubica en la urbanización Casablanca, en plena Milla de Oro, superviviente de la voraz Gil Epoque. Cuando Rich fallecía el pasado miércoles en Lucerna (Suiza), víctima de un derrame cerebral, moría también una singular manera de entender los negocios: siempre al borde (o al margen) de la ley, con la ambición por sistema. Y viviendo hoy como si mañana no volviera a amanecer.
El protagonista de obituarios y perfiles en The Economist, The New York Times y The Japan Times, que a principios de los ochenta compró una participación en la 20th Century Fox, luego vendida a Rupert Murdoch, fue un personaje de proyección mundial. Un empresario nacionalizado español en 1982 que podría figurar en los títulos de crédito de las películas 007 de los sesenta. Un villano frente a Sean Connery. Por algo la prensa le bautizó como Goldfinger. Rich fue el fundador deGlencore, una de las multinacionales más importantes del planeta, con una cifra de negocio de 186.000 millones de dólares en 2012. Vendió su participación del 51% en Glencore en 1993. La riqueza de Rich se eleva a unos 1.000 millones de dólares.
Rich, como el Rick de Casablanca de Bogart, solía pedir whisky. Comía sano (le fascinaban las legumbres) y jugaba al tenis y al golf todos los días con amigos que vestían trajes que apestaban a click de caja fuerte. El conde Rudi Schönburg, de 81 años, es el sucesor deAlfonso de Hohenlohe, que creó esos bungalows de aroma principesco llamados Marbella Club. “Fue muy amigo mío, siento mucho su muerte”, dice Rudi a este diario mientras viaja en automóvil entre Málaga y Marbella. “La última vez que lo vi fue hace tres semanas. No lo vi enfermo”.
El periodista Daniel Ammann narra en El rey del petróleo (Ediciones Martínez Roca), que cuando Rich hablaba de España parecía “un adolescente recordando a su primera novia. Fue amor a primera vista, y finalmente sintió que estaba en su elemento. Experimentó una atracción instantánea por el modo de vida español, que todavía influye en su propio estilo de vida. Le gusta tomar el almuerzo y cenar tarde, a horas españolas”, relata Amann.
La acusación de Giuliani
No sólo en Marbella. También se relajaba en la estación invernal de St. Moritz (Suiza), donde vivió tras exiliarse de Estados Unidos. En este país sufrió una implacable persecución a cargo del fiscal Rudolph Giuliani, luego alcalde de Nueva York cuando el ataque terrorista a las Torres Gemelas. Giuliani le acusó de 51 delitos y comercio de crudo cuando 53 norteamericanos fueron secuestrados en su embajada por militares iraníes. También se le imputaba haber defraudado al fisco de Estados Unidos cerca de 50 millones de dólares. Al final pagó una multa de 150 millones para que sus empresas siguieran operando. El 20 de enero de 2001 recibió el indulto del Gobierno estadounidense, el mismo día que Clinton abandonaba la Presidencia. Con él moría también una singular manera de entender los negocios: siempre al borde (o al margen) de la ley
El lobby judío se movilizó. No quería abandonarlo. Rich, el financiero que hizo negocios con regímenes tan poco aficionados a la Democracia como el del ayatolá Jomeini, el de Gadafi, la Cuba deFidel Castro o la Sudáfrica del apartheid, recibió la ayuda de funcionarios israelíes y, sobre todo, del entonces primer ministro Ehud Barak, que presionaron a Clinton por el perdón. El rabino Irving Greenberg, presidente del Museo del Memorial del Holocausto de Estados Unidos, también presionó. En esta medida de gracia intervinieron el rey Juan Carlos, el escritor Camilo José Cela y el empresarioFernando Fernández Tapias. El monarca español envío una carta de recomendación sobre su compatriota y, con ello, “estaba ofreciendo una especie de reconocimiento oficial por los importantes servicios que Rich había proporcionado a España en los sesenta y setenta”, cuenta Amman en El rey del petróleo.
El privilegio del crudo que sabía el Rey Juan Carlos
Rich tuvo el privilegio de suministrar crudo a España porque fue capaz de resolver un problema entre España y Egipto. Egipto le debía a España “una considerable suma que el país africano no era capaz de devolver”, relata el autor. Rich organizó la compra de petróleo egipcio para España y empleó parte de ese crédito en la transacción. Como compensación por aquel negocio, España le concedió parte de la cuota gubernamental para suministrarle petróleo. El Gobierno español empezó a controlar un porcentaje fijo de todas las importaciones de crudo. Rich vendió el “petróleo del oleoducto” durante innumerables años a España como parte de esta cuota gubernamental del 30%.
Clinton firmó el indulto influido por los favores de Denise Eisenverk, la primera esposa del financiero. Eisenverk, que escribió canciones para Aretha Franklin, donó al Partido Demócrata 1,2 millones de dólares. También aportó a la Biblioteca Clinton 450.000 dólares, además de financiar la campaña al Senado de Hillary Clinton. Denise y Marc se casaron en 1966. Se divorciaron en 1996. Su segunda esposa fue Gisela Rossi, con la que contrajo matrimonio en 1998. Rompieron en 2005. En su última época se le relacionó sentimentalmente con la nieta de La Pasionaria. La pareja se dio a conocer en la Gala de Paz de Marbella en agosto de 2008.
El indulto que le concedió Clinton consolidó esa imagen de estar muy por encima del mal sobre el bien, el “chupasangres del Tercer Mundo”, como se refirió a Rich el Parlamento suizopor aprovecharse de la guerra para aumentar su riqueza. Este es el mismo hombre contradictorio, siempre con las emociones bajo control, que creó su propia fundación, y prefirió no ir a Estados Unidos, por temor a ser detenido, antes que acudir al entierro de su hijaGabrielle, quien murió de leucemia en 1996 cuando tenía 27 años. Tampoco estuvo en 1986 en el sepelio de su padre.
El miércoles, funeral en Marbella
A Rich le acaban de enterrar en Israel. Y en la sinagoga de Marbella, ubicada en las inmediaciones de Torre Real, cerca de Los Monteros, sus hijas Ilona y Daniella preparan el funeral. Será el miércoles a las ocho de la tarde. Por expreso deseo de la familia, la ceremonia no se celebrará -por supuesto- en la intimidad. A Rich no le gustaban las fotografías, pero sí los esmóquines, bailes, fiestas. Fachada. No dice eso de él el personal de servicio que trabajaba para Rich en su residencia marbellí.“Era una persona reservada”, asegura a El Confidencial un empleado que lleva 25 años trabajando para él. “Tenía unos detalles muy buenos y un corazón muy grande. Aquí lo hemos sentido todos. Ha sido un palo muy grande. Estamos conmocionados. Nos ha afectado bastante”.
En el crepúsculo de la tarde en el Marbella Club, Rich se solía acercar a su pianista favorito, Claude Cohen, tras pedir la penúltima copa de whisky. El multimillonario quería recordar esas noches en las que se creyó –coqueteó con esa posición– el hombre más poderoso de la Tierra.
-Tócala otra vez, Claude.
Claude rezará por Rich en la sinagoga. Como escribió Carmen Rigalt, Rich estaba ya cansado de ser rico. Quizá, pronto lo estará de seguir muerto.
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