Fue modelo de pasarela. Disfrutó con intensidad la España de finales de los setenta y primeros de los ochenta. Se casó con Carlos, un uruguayo afincado en Australia. Allí se fue Nieves, mi tía, la segunda hermana más pequeña de mi padre (son ocho hermanos). Ella es un personaje en sí mismo. De hecho está pensando escribir su vida. Le ayudará su hija, mi prima Candela, 28 años, mi ahijada de bautizo en la Iglesia de Solymar de Benalmádena.
Hace un año Nieves tomó un decisión trascendental. Tras 25 años viviendo en Sydney, ejerciendo de eficaz guía e intérprete, se fue a vivir al desierto. A Wilcannia, un pueblecito de 700 habitantes, a 1.000 kilómetros del mar. Adiós al bullicio de la verde metrópoli australiana. Y un Hola muy grande a un oasis de atardeceres y amaneceres, un pueblo donde el 60% de sus habitantes son aborígenes y en el que todos viven en comunidad. Nieves trabaja allí, ayudando en el hospital. También Candela, recién graduada en Magisterio, ha conseguido su primer trabajo en la escuela local.
El viernes la volví a ver. Seis años sin venir a Málaga. No habla mucho. Y cuando lo hace respira paz, tranquilidad, sosiego. Es reservada y escucha muy bien. No exterioriza mucho sus sentimientos, pero atesora un corazón grande.
En la casa de mi hermana, con mis padres, mi cuñado y mi sobrino Jorge sirviéndonos un café que salía de su maravillosa imaginación infantil, nos enseñó las fotos -en papel- de su pueblo. Ella se compró una casa en ruinas, la ha restaurado y allí está, muy motivada en su gran aventura australiana. Sé que no volverá a vivir aquí, pero no puedo olvidar que estuvo meses con mi abuelo en los últimos años de vida y del Tutu, mi tío Jesús, mi tío vía paterna favorito.
Cuando me despedí de ella, me dijo que quería que nos mantuviéramos en contacto. Mi tía Nieves, la australiana, mañana vuelve a las antípodas. Un oasis de cielo con estrellas y canguros le espera en su hogar. Éste también es el suyo, pero en Australia sé muy bien que encontró su lugar en el mundo.
Hace un año Nieves tomó un decisión trascendental. Tras 25 años viviendo en Sydney, ejerciendo de eficaz guía e intérprete, se fue a vivir al desierto. A Wilcannia, un pueblecito de 700 habitantes, a 1.000 kilómetros del mar. Adiós al bullicio de la verde metrópoli australiana. Y un Hola muy grande a un oasis de atardeceres y amaneceres, un pueblo donde el 60% de sus habitantes son aborígenes y en el que todos viven en comunidad. Nieves trabaja allí, ayudando en el hospital. También Candela, recién graduada en Magisterio, ha conseguido su primer trabajo en la escuela local.
El viernes la volví a ver. Seis años sin venir a Málaga. No habla mucho. Y cuando lo hace respira paz, tranquilidad, sosiego. Es reservada y escucha muy bien. No exterioriza mucho sus sentimientos, pero atesora un corazón grande.
En la casa de mi hermana, con mis padres, mi cuñado y mi sobrino Jorge sirviéndonos un café que salía de su maravillosa imaginación infantil, nos enseñó las fotos -en papel- de su pueblo. Ella se compró una casa en ruinas, la ha restaurado y allí está, muy motivada en su gran aventura australiana. Sé que no volverá a vivir aquí, pero no puedo olvidar que estuvo meses con mi abuelo en los últimos años de vida y del Tutu, mi tío Jesús, mi tío vía paterna favorito.
Cuando me despedí de ella, me dijo que quería que nos mantuviéramos en contacto. Mi tía Nieves, la australiana, mañana vuelve a las antípodas. Un oasis de cielo con estrellas y canguros le espera en su hogar. Éste también es el suyo, pero en Australia sé muy bien que encontró su lugar en el mundo.
3 comentarios:
Aprovecha que tienes una tía en Australia para visitar ese continente y contar miles de anecdotas a tus fieles lectores.
Estimado Agustín,
ya entenderá que me ha encantado su post de su tía Nieves la australiana.
Un abrazo,
Armstrongfl
Claro que sí, ¡habrá que ir a Australia!
Publicar un comentario