jueves, 9 de abril de 2009

Jueves Santo

No creía en banderas. Ni en himnos. Era ya un apátrida sentimental, pero la primera vez que hincó el hombro en el varal sintió un cosquilleo que le transformó, en ese preciso momento, en un convencido hombre de trono de Jueves Santo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

uvi caritas et amo...