Llegué ayer al mediodía a Salamanca. Hace seis años que no volvía. La ciudad donde empecé a estudiar la carrera de Periodismo, mi vocación desde niño. La Plaza Mayor, desde donde escribo ahora, quizá el mejor medio de comunicación que he conocido, el punto de encuentro de la ciudad universitaria. La noche salmantina que anoche devoré, cambiada, sí, pero siempre atractiva.
Dicen que no es bueno volver al sitio donde uno siempre ha sido feliz, pero sé que tengo que regresar más a menudo a esta ciudad a la que tanto debo y de la que seguiré escribiendo, aquí, en el blog, y en papel.
3 comentarios:
Yo soy de origen salmantino. Ya te contaré. 2tipos
pues ya que estas tan cerca de la capi, la podías visitar..
Hay que volver al lugar donde uno fue feliz... eso es indudable. Pero volver en compañía de quien provocó esa felicidad. Volver sólo a Salamanca no es lo mismo.
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