Homenaje semanal a Umbral. El siguiente artículo del mejor columnista español de finales del siglo XX se publicó seis días después del
nacimiento de EL MUNDO de Andalucía. En la redacción de la avenida de San Francisco Javier de Sevilla estaba colgado en un corcho, creo que detrás de la mesa de
Javier Caraballo. Esta vibrante columna de Umbral sirvió de estímulo a los que iniciamos hace 11 años la aventura de EL MUNDO andaluz que capitanea
Francisco Rosell.
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LOS PLACERES Y LOS DÍAS
Escribir en EL MUNDO
FRANCISCO UMBRAL
EL MUNDO; 27-9-1996
Escribir en este periódico, EL MUNDO, se va convirtiendo en un problema social, ambiental, político y costumbrista. La otra tarde, una vieja con perrito me dijo al pasar:
- Comunista de mierda que escribe en EL MUNDO.
Luego, en una radio, me dijeron que yo era el que había traído a
Aznar. Pero, en todo caso, yo sólo he traído a Aznarín. Escribir en EL MUNDO es fácil porque en este papel te dan libertad, independencia, juventud, democracia y fax.
Raúl del Pozo sigue siendo un gitano anarquista de Cuenca con la prosa de un
Valle-Inclán salvaje.
Martín Prieto es un socialistón ceguerón y civilón que fabrica unos artículos densos como cláusulas de
Marx y ligeros y cachondos como la parla de un cincuentón soltero, enterado y de lengua sucia.
Tola hace surrealismo periodístico y lo manda aquí al periódico desde un bar de Goya.
Víctor de la Serna es nuestro columnista más cosmopolita, el que ha de leerse toda la prensa inglesa, americana y francesa antes de abrochar una de sus cachazudas y enteradísimas columnas. De los memoriones que mandan largos y profundos ensayos pasamos mucho. Los lectores escriben con amenidad y relente de la provincia.
Pedro J. se coloca los domingos unos aznarines que están poniendo en cuestión al centro/derechona. Y en este plan. Uno ha estado en todos los periódicos de España, algunos de Hispanoamérica y de Europa, pero uno nunca había escrito en un papel más casual, libre, loco y joven que éste. El rigor lo pone el director sin que se note, pero EL MUNDO está hecho en realidad entre los viejos muchachos del 68 y los jóvenes nefelibatas de la neomodernidad. Algo así.
Carmen Rigalt es la mejor comadre lírica de España y
Manuel Hidalgo ve el mundo a través del cine, líricamente, y el cine a través de sí mismo, de su tristeza dura y humorística de solitario que nunca sabe si dejarse o no dejarse crecer la barba (como el periódico mismo). Bueno, pues toda esa pluralidad matinal y fecunda la entiende bien un millón de españoles que nos lee, pero no la entienden luego quienes miran el periódico de reojito, del revés, al bies, obstinándose en encontrar al señor Aznar en cada esquina (está escondido en la máquina de las mirindas).
No nos entienden quienes nos consideran integristas de
Anguita, cachorros de la extrema derecha, botones de
Mario Conde o amarillistas anglosajones entre machistas y amariconados. Quiere decirse que la prensa española acostumbra viajar en una sola dirección, como la tiza por la línea recta, o dándole vueltas al círculo de tiza caucasiano, poniéndolo todo a la postura de un viejo líder, a la grandeza de un viejo rey o a la escandalera social de cada tarde, que siempre se pierde una braga o una pulsera de oro. Lo que no entiende el español lineal de recorrido intelectual corto es que seamos un periódico democrático, radical y anarcoide, unos sujetos más preocupados por la calidad de página que por las anfractuosidades matrimoniales de los líderes carismáticos entre sí.
Este extraño y facilísimo papel que aquí producimos se vende mucho y se lee muchísimo, pero el nacional educado de siglos, digamos, en el periódico de cercanías, amigo de sus amiguetes y faldero del cacique político, no entiende nuestro mensaje múltiple, que tiene todas las letras de la palabra democracia, ni más ni menos. La inmensa minoría de los iletrados e ilectos, la plural tarasca cabreada del perrito, nos las hace pagar personalmente a los de EL MUNDO porque somos rojos, fascistas, palabrones, laicos, matones, padrotes, republicanos, modelnos y un poco bacilones (lo cual que esto último es verdad).