miércoles, 29 de agosto de 2007

Viejo Periodismo

Este blog homenajeará a Umbral publicando semanalmente una antología de algunos de sus mejores artículos sobre el periodismo y los periodistas que escribió en el diario EL MUNDO. Incluyo varios enlaces de los temas y personajes que habla. Que lo disfruten.

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LOS PLACERES Y LOS DIAS

Viejo Periodismo

FRANCISCO UMBRAL

EL MUNDO; 10-4-1995

Me recuerda Elvira Huelbes que se cumplen 30 años de aquel Nuevo Periodismo norteamericano que abanderó Tom Wolfe con sus trajes blancos y sus zapatos de fantasía anglosajona y colonial. Lo que en Estados Unidos se presentó como nuevo periodismo, era ya en Europa, y mayormente en España, un periodismo muy viejo.

Dentro de la tradición anglosajona de la Prensa, que es una tradición de imparcialidad, objetividad, austeridad sin vedetismos, trabajo de equipo y mentiras en equipo (el aburrimiento haciéndose pasar por solvencia), el llamado Nuevo Periodismo fue una revolución porque reivindicaba el Yo del escritor/periodista frente a esa fachada impávida de gravedad y puritanismo.

La cosa, realmente, había nacido en los libros de Mailer y Capote. En Europa teníamos mucho de eso, pero volvimos a inventar lo que ya había en casa, mimetizando siempre a los Estados Unidos. Baudelaire, Zola, Larra en España, Bonafux, todo el 98, Marcel Proust, Pasolini en Italia, Ortega y Eugenio d'Ors, los prosistas de la Falange, las crónicas de Eugenio Montes y Ruano desde las guerras del mundo, Miquelarena, etc., son un nuevo/viejo periodismo que los yanquis reinventaron sin conocerlo, con la inocencia de eso que Quevedo llamó «la juventud robusta y engañada». Pero, sea como fuere, la Santa Transición y la democracia traen a España un florecimiento del columnismo (por lo menos el nombre que sea americano), fenómeno natural de la libertad de expresión, que siempre comporta la gracia y el perfume de la subjetividad.

Pues bien, he aquí que en menos de los 30 años de la fecha que me da Elvira, unos 20 en este país, nuestro «nuevo periodismo» se queda viejo y cada cual vuelve a sus hábitos y vicios de siempre. Me dice Ymelda Navajo, hablando del tema, que el padre del nuevo periodismo español he sido yo, pero eso es porque me ve con ojos de editora. Y de editora amiga y cordial. Yo creo que antes estaban Eduardo Haro Tecglen, Cándido y Campmany, que me son mayores en edad y dignidad. Pero esto no va de escalillas ni escalafones, sino que, en los grandes diarios, el columnista en punta se mueve ya entre el compromiso empresarial y el político, mientras hay otras firmas que andan languidecientes por cansancio, por desilusión, por edad y porque veinte años no es nada. De entre los buenos, unos escriben desde la decepción y eso que antes se llamaba el desencanto, y me refiero mayormente a la izquierda, que en cambio la derecha -Jiménez Losantos y por ahí- está bravita y vivaracha, que vienen los suyos.

La subjetividad y la insolencia del Yo le dan vida, temblor y gracia al periodismo, sí, viejo o nuevo, sólo que ahora estamos ya en la subjetividad de la autodestrucción y la insolencia triste del que no tiene otro recurso. Unos escriben para que los lea Felipe y otros para que los lea Pujol. Sólo una minoría de la minoría conserva cierta audacia, simpatía, violencia, libertad y sorpresa, pasando de lo que fuera crítica constructiva de la democracia venidera a un mero anarquismo del que sólo se salva el propio columnista (y en este último pecado me incluyo, por supuesto).

Mi maestro y amigo José Saramago y yo hemos firmado por Izquierda Unida, la otra mañana, siempre desde un comunismo entre utópico y melancólico, y mis viejos compis de la izquierda roja se me cachondean a la noche. EL MUNDO es un periódico «de derechas» que ha fomentado mucho las tríadas de izquierdas, los iconoclastas y los iconodulos, y hasta los jóvenes ácratas moderados. Pero, así y todo, la cúpula del columnismo está melancólica en Madrid y Barcelona. Nos miramos un poco macilentos. La gente nos lee mucho, pero sólo por el posible hallazgo literario o costumbrista. Nuestro paso del rebelde al revolucionario ya no interesa a nadie. Menos mal que nos respetan el sueldo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Riverita, riverita. ¿si me compro el libro me lo firmas?